6 de Octubre de 2010
Cuando nos despertamos a las siete de la mañana, vimos por la ventana que por fin hoy dejábamos el paraguas en el camarote. Por fin un día con sol
Hoy es una de las escalas más cortas de todo el crucero. Tenemos el desembarco a las 8 y el “todos a bordo” a las 16.30. La suerte es que esta vez no teníamos que coger ningún autobús ni ningún tren para movernos ya que el barco atraca en el mismo puerto de Nápoles.
Desde que empecé a planificar el viaje y hasta en el mismo diario de a bordo se aconsejaba no llevar artículos de valor en esta escala. Nápoles es considerada como peligrosa. De hecho, la gente suele hacer una simple panorámica de esta ciudad y visitar las ruinas de Pompeya o la isla de Capri. Nosotros, no visitamos Pompeya ni Capri ( y menos mal, según nuestros compañeros de mesa, Capri era otro “Mónaco”- derroche de lujo, mi bolsillo no se ajusta). Y decidimos darnos una vueltecilla para conocer un poco de Nápoles. No tuvimos sensación de peligro en ningún momento, ni vimos nada raro paseando por las calles napolitanas.
Bajamos pronto del barco y nos pusimos a realizar la ruta planeada…y hoy ¡SÍ, SÍ! Por fin la cumplimos.
CASTILLO NUEVO- GALLERIE UMBERTO I- TEATRO DE SAN CARLO- PALACIO REAL DE NÁPOLES- PIAZZA PLEBISCITO- VÍA SANTA LUCÍA- CASTEL DELL’OVO.
- CASTILLO NUEVO: llamado así para distinguirlo del más viejo Castel dell'Ovo, fue fundado en 1279 por Carlos I de Nápoles (Carlos de Anjou). Está muy cerca de donde atraca el barco. Dentro está en Museo Cívico de Nápoles. La entrada al castillo y al museo es de 5.16€ por persona. Nosotros no entramos, siempre preferimos callejear y perdernos por ahí.
- GALLERIE UMBERTO I: es una especie de centro comercial: tabaco, ropa, correos… con una cúpula impresionante.
- TEATRO DE SAN CARLO: es un teatro de ópera en Nápoles y está reconocido como Patrimonio Mundial por la UNESCO.
- PALACIO REAL DE NÁPOLES- PIAZZA PLEBISCITO: se encuentran en el mismo lugar.
- VÍA SANTA LUCÍA: otro capricho mío. Buscaba una iglesia de Santa Lucía, a ver si podía llevar a mi madre una figura de esta santa. Pensábamos que Santa Lucía era una virgen napolitana, pero en este viaje descubrí que era siciliana. Y no había ninguna iglesia ni ninguna imagen de esta santa. El paseo por esta calle nos sirvió para comprobar que en Italia, y con más énfasis en Nápoles, conducen como les da la gana jejejeje. Cruzar por un paso de peatones se convertía en algo peligroso y prácticamente tenías que parar a los coches con las manos … ni siquiera aminoraban el ritmo.
Allí también compramos la pasta y el limoncello en un supermercado de barrio. Mucho más barato que en los puestos turísticos. Lo cierto es que después nos dimos cuenta de que en el barco también vendían limoncello italiano… y más barato que en Italia.
Y aquí fue también donde empezamos a perdernos de la ruta marcada. Pero esta vez queriendo. Empezamos subiendo las calles empinadas llenas de pequeñas tiendas de comestibles y pescaderías:
Nápoles tiene algo. Empezamos a notar su embrujo, ese je ne sais quoi que no puedes explicar, ¿por qué nos gusta Nápoles? Si es sucio, caótico… no lo sabemos, pero nos encantó.
Cuando nos quisimos dar cuenta, ya sí estábamos perdidos. Miramos un mapa y decidimos caminar hacia el puerto, camino al Castillo del Huevo.
Mientras bordeábamos el paseo marítimo de Nápoles veíamos como no había playa… y la gente se tumbaba en las piedras disfrutando del mar.
Y también apreciamos Capri y el imponente Vesubio (que años atrás había destrozado Pompeya):
- CASTEL DELL’OVO: o Castillo del Huevo.
Está situado en el islote de Megara y desde aquí se puede obtener una estupenda panorámica de la ciudad. La verdad es que desde arriba, la foto que conseguimos parecía de postal:
Su nombre viene de una leyenda napolitana que dice que Virgilio había escondido un huevo mágico debajo del castillo. Sin este huevo, la fortaleza se destruiría y Nápoles entraría en una era de catástrofes.
Lo cierto es que después de tanto arte renacentista y barroco, no venía mal un poquito de medieval. La entrada al castillo es gratuita y podéis encontrar rincones tan bonitos como estos:
Lo mejor de todo era que desde allí podíamos ver el barco. Estábamos cerca del puerto y esto nos tranquilizaba mucho.
Una vez visitado el castillo, decidimos sentarnos en un restaurante (Pizza Amore e Fantasia) a comer una pizza. Nápoles es la ciudad considerada como cuna de la pizza y de la pasta en Italia. Así que no encontramos mejor lugar para comerla. Una pizza cuatro quesos, dos coca-colas y el servicio (que te lo cobran) por 15.50€ (que fue lo que gastamos en esta salida, más la pasta, el limoncello y algún recuerdo más que compramos en las tiendas cercanas al puerto).
Con la panza llena, o más bien llenísima, caminamos hasta el barco y nos fuimos, como siempre, a la cubierta doce a descansar, meternos en el jacuzzi (que hemos pasado mucho calor) y a despedir a la bella Nápoles… también volveremos algún día.
Esta noche tenemos el cóctel con el capitán. Era a las 20h, dos horas antes de la cena. Nos arreglamos y fuimos a hacernos la foto de rigor con don Ivo. Pero la verdad es que cuando vimos la cola, se nos quitaron las ganas. ¡Nos quedamos sin foto!
Estuvimos dando una vueltecilla por el teatro y al final acabamos donde siempre: nos fuimos a la cubierta doce hasta la hora de la cena. Mirando el mar.
Y de entrante, pastel de hojaldre y paté:
Para acabar el día, un cóctel, otra vueltecita y camita. Mañana nos espera el único puerto no europeo de este viaje: Túnez.
Hoy es una de las escalas más cortas de todo el crucero. Tenemos el desembarco a las 8 y el “todos a bordo” a las 16.30. La suerte es que esta vez no teníamos que coger ningún autobús ni ningún tren para movernos ya que el barco atraca en el mismo puerto de Nápoles.
Desde que empecé a planificar el viaje y hasta en el mismo diario de a bordo se aconsejaba no llevar artículos de valor en esta escala. Nápoles es considerada como peligrosa. De hecho, la gente suele hacer una simple panorámica de esta ciudad y visitar las ruinas de Pompeya o la isla de Capri. Nosotros, no visitamos Pompeya ni Capri ( y menos mal, según nuestros compañeros de mesa, Capri era otro “Mónaco”- derroche de lujo, mi bolsillo no se ajusta). Y decidimos darnos una vueltecilla para conocer un poco de Nápoles. No tuvimos sensación de peligro en ningún momento, ni vimos nada raro paseando por las calles napolitanas.
Bajamos pronto del barco y nos pusimos a realizar la ruta planeada…y hoy ¡SÍ, SÍ! Por fin la cumplimos.
CASTILLO NUEVO- GALLERIE UMBERTO I- TEATRO DE SAN CARLO- PALACIO REAL DE NÁPOLES- PIAZZA PLEBISCITO- VÍA SANTA LUCÍA- CASTEL DELL’OVO.
- CASTILLO NUEVO: llamado así para distinguirlo del más viejo Castel dell'Ovo, fue fundado en 1279 por Carlos I de Nápoles (Carlos de Anjou). Está muy cerca de donde atraca el barco. Dentro está en Museo Cívico de Nápoles. La entrada al castillo y al museo es de 5.16€ por persona. Nosotros no entramos, siempre preferimos callejear y perdernos por ahí.
- GALLERIE UMBERTO I: es una especie de centro comercial: tabaco, ropa, correos… con una cúpula impresionante.
- TEATRO DE SAN CARLO: es un teatro de ópera en Nápoles y está reconocido como Patrimonio Mundial por la UNESCO.
- PALACIO REAL DE NÁPOLES- PIAZZA PLEBISCITO: se encuentran en el mismo lugar.
- VÍA SANTA LUCÍA: otro capricho mío. Buscaba una iglesia de Santa Lucía, a ver si podía llevar a mi madre una figura de esta santa. Pensábamos que Santa Lucía era una virgen napolitana, pero en este viaje descubrí que era siciliana. Y no había ninguna iglesia ni ninguna imagen de esta santa. El paseo por esta calle nos sirvió para comprobar que en Italia, y con más énfasis en Nápoles, conducen como les da la gana jejejeje. Cruzar por un paso de peatones se convertía en algo peligroso y prácticamente tenías que parar a los coches con las manos … ni siquiera aminoraban el ritmo.
Allí también compramos la pasta y el limoncello en un supermercado de barrio. Mucho más barato que en los puestos turísticos. Lo cierto es que después nos dimos cuenta de que en el barco también vendían limoncello italiano… y más barato que en Italia.
Y aquí fue también donde empezamos a perdernos de la ruta marcada. Pero esta vez queriendo. Empezamos subiendo las calles empinadas llenas de pequeñas tiendas de comestibles y pescaderías:
Nápoles tiene algo. Empezamos a notar su embrujo, ese je ne sais quoi que no puedes explicar, ¿por qué nos gusta Nápoles? Si es sucio, caótico… no lo sabemos, pero nos encantó.
Cuando nos quisimos dar cuenta, ya sí estábamos perdidos. Miramos un mapa y decidimos caminar hacia el puerto, camino al Castillo del Huevo.
Mientras bordeábamos el paseo marítimo de Nápoles veíamos como no había playa… y la gente se tumbaba en las piedras disfrutando del mar.
Y también apreciamos Capri y el imponente Vesubio (que años atrás había destrozado Pompeya):
- CASTEL DELL’OVO: o Castillo del Huevo.
Está situado en el islote de Megara y desde aquí se puede obtener una estupenda panorámica de la ciudad. La verdad es que desde arriba, la foto que conseguimos parecía de postal:
Su nombre viene de una leyenda napolitana que dice que Virgilio había escondido un huevo mágico debajo del castillo. Sin este huevo, la fortaleza se destruiría y Nápoles entraría en una era de catástrofes.
Lo cierto es que después de tanto arte renacentista y barroco, no venía mal un poquito de medieval. La entrada al castillo es gratuita y podéis encontrar rincones tan bonitos como estos:
Lo mejor de todo era que desde allí podíamos ver el barco. Estábamos cerca del puerto y esto nos tranquilizaba mucho.
Una vez visitado el castillo, decidimos sentarnos en un restaurante (Pizza Amore e Fantasia) a comer una pizza. Nápoles es la ciudad considerada como cuna de la pizza y de la pasta en Italia. Así que no encontramos mejor lugar para comerla. Una pizza cuatro quesos, dos coca-colas y el servicio (que te lo cobran) por 15.50€ (que fue lo que gastamos en esta salida, más la pasta, el limoncello y algún recuerdo más que compramos en las tiendas cercanas al puerto).
Con la panza llena, o más bien llenísima, caminamos hasta el barco y nos fuimos, como siempre, a la cubierta doce a descansar, meternos en el jacuzzi (que hemos pasado mucho calor) y a despedir a la bella Nápoles… también volveremos algún día.
Esta noche tenemos el cóctel con el capitán. Era a las 20h, dos horas antes de la cena. Nos arreglamos y fuimos a hacernos la foto de rigor con don Ivo. Pero la verdad es que cuando vimos la cola, se nos quitaron las ganas. ¡Nos quedamos sin foto!
Estuvimos dando una vueltecilla por el teatro y al final acabamos donde siempre: nos fuimos a la cubierta doce hasta la hora de la cena. Mirando el mar.
Y de entrante, pastel de hojaldre y paté:
Para acabar el día, un cóctel, otra vueltecita y camita. Mañana nos espera el único puerto no europeo de este viaje: Túnez.
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